martes, 6 de diciembre de 2011

Mi paraiso particular

Muchos pensaréis o entenderéis por paraíso una playa de arena blanca con aguas cristalinas, pues os digo que no para todos eso es el paraíso.

Siempre he pensado que el paraíso debe de ser un lugar bonito donde te encuentres feliz y sereno. Yo tuve la suerte de que me llevaran a él todos los veranos de mi vida.

Os estoy hablando de una pequeña aldea soriana situada a los pies de la Sierra Pela, Rebollosa de Pedro.
Hoy os explicaré mis vivencias en él, pero otro día os escribiré las memorias de mi abuelo, sé que a él le hubiera hecha mucha ilusión publicarlas.

Es tal la libertad que uno tiene en Rebollosa para hacer lo que quiera sin limitación alguna que será por eso que todos los niños que allí veraneábamos al volver a nuestras ciudades de residencia sufríamos pequeñas depresiones post-vacacionales, aunque también poníamos los dientes largos a todos los que no salían de vacaciones a ningún lado.

Todos habréis visto alguna vez en vuestra vida "Heidi" y así es como me sentía yo al llegar al pueblo.
Mis abuelos ya se encontraban allí porque siempre iban sobre el mes de mayo para atarearse con el huerto. Nosotros como un clavo todos los meses de agosto para pasar las fiestas. Bueno pues año tras año la imagen era la siguiente (fuera la hora que fuera) al atravesar el pueblo y subir la era salíamos corriendo del coche gritando ¡Yaya, Yayo! y nos abrazábamos como si no nos viéramos en años. Que gran felicidad se reflejaba en nuestras caras.

Bueno como en todos sitios también hay rutinas a seguir, pero estáis si aún pudiera las seguiría haciendo. Todas las mañanas al levantarme no penséis que me sentaba en el sofá delante de la tela a ver dibujitos, aún siendo la nieta más pequeña de la casa era la más madrugadora y creo que así pude disfrutar mucho más tiempo con mi abuelo. Con él subía todas la mañanas a llenar los botijos de agua de la canalilla (manantial de agua llamada así por los lugareños). Por el camino mi abuelo me deleitaba con historias antiguas que habían pasado en el pueblo. Aunque era un hombre un poco arisco (yo soy idéntica a él) nos dedicaba muchas horas, igual no jugaba con nosotros pero nos hacía con madera muchas cosas, garrotas, lavanderas, columpios... también le gustaba mucho ayudarnos con las cuentas cuando estábamos haciendo los deberes.
Mi abuela era nuestra gran aliada y nos hacía la cama, nos daba pan con chocolate o nos preparaba rosquillos.

Botijos llenos y bien desayunados ya podíamos salir de casa a donde quisiéramos, eso sí siempre íbamos en bici, en plan verano azul pero en vez de ir por el paseo marítimo de Nerja íbamos por os carriles de pueblo en pueblo disfrutando de la naturaleza.

Otras veces si no teníamos ganas de ir en bici jugábamos al "bote, bote" o al "plano" (son juegos similares, el 1ºconsistía en esconderse e intentar correr hacia el bote para darle una patada y salvar a los que ya habían sido pillados y el 2º eran 2grupos de gente, uno se escondía y un portavoz venía a dibujarle un plano de donde estaban escondidos al otro grupo para que los encontraran).

No me puedo olvidar tampoco de los juegos de cartas, tute, guiñote, cinquillo, brisca... Ahí voy a hacer mención del tío Fermín (hermano de mi abuela) que fenómeno, todos los días subía a casa y jugábamos un rato.

El primer fin de semana de agosto se celebran las fiestas de Rebollosa de Pedro, el sábado se saca en procesión a la Santísima Trinidad y el domingo a la Virgen de las Angustias. Al mediodía es típico esos días comer cordero asado y por la noche entre todos los presentes se prepara una cena en la plaza de la escuela con sangría, morcilla, chorizos, torrenillos, jamón, queso.... como una gran familia que somos. Es una pena que cada año el número de veraneantes baje por cuestiones de trabajo u otras cosas y también ver que nuestros mayores envejecen y cada año nos van faltando algunos. Aunque siempre están en nuestras memorias.

Durante las tardes el fin de semana de fiestas se hacen torneos de diferentes juegos regionales, de cartas, de tanguilla, de calva (estos dos últimos juego de hombre para atinar puntería golpeando el 1º un palo tieso con un disco de hierro y el 2º con una piedra a un palo en forma de "L"). Antiguamente a los jóvenes nos preparaban una guincana y juegos divertidos.

Otra cosa que hacíamos todos los años era subir de excursión al pico de la Sierra Pela, desde allí hay una vistas preciosas y alguna que otra vez pudimos contemplar a más de un buitre a pocos metros de nosotros, es impresionante verlos con las alas abiertas tan cerca.

Como en Rebollosa de Pedro no hay ni tiendas, ni bares, ni nada de nada cuando nos decían de ir algún pueblo cercano a comprar ni nos lo pensábamos, íbamos de cabeza para comprar chucherías. Igualmente estas carencias no era algo que nos preocupara. En el pueblo los niños disfrutábamos con cualquier cosa.

Éramos imaginativos y jugábamos con piedras o cualquier cosa que nos encontráramos por ahí. Eso es lo que hace que Rebollosa de Pedro sea un paraíso. Se disfruta de la familia, uno es amigo de sus amigos, está al 100% en contacto con la naturaleza, se respira aire puro, se bebe agua fresca y cristalina, se siente uno libre y lo más importante de todo es que se desconecta totalmente (allí no funcionan los móviles jejejeje).

Bueno pues os invito a todos a ir a conocer este maravilloso pueblo soriano y también a disfrutar del libro escrito por Darío Pozo "El Lobo de Sierra Pela" una historia de ficción que transcurre en Rebollosa de Pedro




Saludos blogueros y un beso enorme a mi queridísimo abuelo que desde algún lugar del cielo estará orgulloso de esto, te quiero y no te olvido.

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